El primer misterio de Lara
RIING, RIING, RIING.
- ¿Diga?
- ¿Diga?
- Hola, ¿Lara?
- Si, soy yo, ¿quién es?
- Soy yo, Tamara.
- Soy yo, Tamara.
- Hola, perdona, no te había reconocido. Tienes la voz rara. ¿Qué te pasa?
- Marco.
- ¡¿Qué le pasa?!
- Ha muerto. ¡Está muerto!
- ¿Qué ha pasado?
- Le han apuñalado.
- ¿Dónde estás?
- En el tanatorio
- ¿Cuál?
- En el que estuvimos cuando murieron mamá y papá.
- Voy para allá. Adiós
- Adiós.
Miré el reloj del salón, las dos y veinte de la mañana, ¿qué le habría pasado al marido de mi hermana? Estaba preocupada por mi hermana, Tamara, y su hija, Maribel, no estaba segura de si podrían superar lo de su marido.
Me cambié de ropa, cogí mi moto y me dirigí hacia el tanatorio.
Al llegar encontré a Tamara sentada en una silla de la sala de recepciones. Me acerqué a ella y le di un abrazo.
- Lo siento mucho.
- No, yo lo siento más. Seguro que te he despertado.
- Eso no tiene importancia comparado con lo de… ya sabes.
- Si. ¿Quieres pasar a verle?
- Vale. ¿Tú no vienes?
- No, no puedo volver a verle así.
- ¿Dónde está?
- Arriba, la primera habitación a la izquierda.
Me dirigí hacia la sala que mi hermana mayor me había indicado. Entré. Allí estaba Marco, mi buen amigo Marco. Me fijé en su camiseta, tenía una gran mancha roja en la zona del corazón, supuse que esa sería la marca de la apuñalada. Me senté en una silla que había al lado del cuerpo que, durante un tiempo, tuvo vida. Me di cuenta de que tenía otra mancha de sangre, pero en el costado. Le subí la camiseta hasta que pude divisar la fuente de donde procedía la mancha, era una gasa pegada al costado, se la despegue cuidadosamente y pude ver otra herida. No le habían apuñalado solo una vez, si no dos. Salí, bajé las escaleras a la carrera, tenía que reunirme con Tamara. Pero no estaba en recepción, miré en la cafetería y tampoco estaba allí. Decidí llamarla, pero el móvil lo tenía apagado.
Volví a casa con la esperanza de que me llamara cuando yo estuviera allí. Cuando llegué volví a mirar el reloj, eran las tres menos cuarto. No podía dormir a si que me metí en tuenti para ver si había alguien conectado a esas horas, pero no había nadie. Opté por salir a dar un paseo a la manzana.
Pasé por delante de la casa de mi mejor amiga, Noelia, cuyas luces estaban apagadas. Giré la esquina y me fije que justo en el borde había una mancha roja en la pared y en el suelo un charquito del mismo color, me agache y lo rocé con mis dedos. Al acercar mi mano manchada hacia la luz de una farola. Sangre. Seguí un pequeño rastro de gotitas del mismo color que el de mi mano manchada de sangre y descubrí que el “caminito” llegaba hasta la casa de mi hermana. Llamé a la puerta. Una vocecita de dentro temblorosa preguntó:
- ¿Quién es?
- Soy Lara.
El manillar giró y de la oscuridad de la casa apareció la cara de Maribel, la hija de Tamara. Entré y todo estaba a oscuras la niña salió corriendo hacía su cuarto en el que se encerró. Yo fui mirando cada una de las estancias de la casa, todas vacías y oscuras. “¿Dónde estaba Tamara? ¿Habría vuelto al tanatorio?”
- Maribel, ¿dónde está tu madre?
- Yo no se nada de ella. ¡NADA!
- Bueno tranquila. No pasa nada. ¿Te podrás quedar sola?
- Sí.
Salí de la casa y me dirigí a la calle principal, la Avenida de Toledo. La calle por la noche da mucho canguelo, todo oscuro, sin un alma. Por lo tanto decidí que mejor empezaría a investigar por la mañana. Así pues comenzó mi aventura.
Eran las nueve de la mañana cuando sonó el timbre de mi puerta. Abrí. Era Noelia, mi mejor amiga.
- Acabo de ver tu mensaje de lo de Marco. Lo siento.
- ¿Qué tal estás tú?
- Bien, creo que sigo en estado de shock.
- Eso explica porque llevas tus zapatillas de conejitos.
- Ups, no me he dado cuenta.
Le conté todo lo que me había pasado la noche anterior. Ella quería ayudarme a buscar al asesino, pero yo me negué. Cuando ella se fue, me cambie de ropa y salí al Condis, un supermercado que había enfrente de mi casa. Bueno, por lo menos de día la calle no daba tanto miedo. Entré en el Condis y, como era habitual en mí, salude amablemente. Me dirigí a la sección del pan, cogí una chapata, como de costumbre, y me dirigí a la caja en la que se encontraba Vicente.
- Hola, Vicent.
- Hola, chapata, como siempre.
- Sip.
Me fijé en su camiseta de trabajo naranja. Tenía una mancha roja en un costado y en una manga.
- Vaya y, ¿esas manchas?
- ¿Qué? Ah, esas manchas. Me corte el otro día.
- Ah. Oye te has enterado de lo de Marco.
- Sí, algo he oído. Ha muerto, ¿no?
- Sí, pero di mejor asesinado, o mucho mejor- miré que no había nadie que nos pudiera oír- apuñalado.
- Sí, pero di mejor asesinado, o mucho mejor- miré que no había nadie que nos pudiera oír- apuñalado.
Miré la reacción de su cara, tenía una expresión asustada. Por lo que decidí hablar con él, pero en un sitio más privado, como mi casa. Le invité a merendar y él aceptó encantado.
A las ocho en punto Vicente se había ido y me había estado contando que había terminado su jornada de trabajo y se había ido a su casa porque estaba muy cansado. Pero también me había confesado que él y Marco no se llevaban muy bien. Llamé a Noe para hablar con ella, no hay nada mejor que unos buenos consejos de tú mejor amiga. Vino enseguida, y por enseguida me refiero a en cinco minutos. Estuvimos hablando y deduciendo los hechos y las palabras de Vicente y llegamos a la conclusión de otros hechos que pudo haber hecho esa tarde Vicent, primero una pequeña descripción:
Nuestro amigo Vicente tiene un aspecto de macarra, es decir, pelo oscuro en forma de cresta, una cicatriz en la ceja y pantalones caídos.
Vicente suele ir al mismo bar que iba Marco, pero no lo sabían ninguno de los dos, ya que Vicent iba por las mañanas y Marco por las noches.
Deducción:
Vicente sale de trabajar y se va al bar porque le apetece tomar algo. Allí se encuentra a Marco toman algo juntos y como no se llevaban bien Vicente maquina un plan. Acompaña a Marco hasta la esquina de su calle, se saca una navaja y lo apuñala. Al ver que sigue vivo, entra en su casa por la puerta entreabierta, ya que Marco estaba herido y no se detiene a cerrar la puerta. Y le apuñala por segunda vez.
Sí, nos parecía un buen sospechoso. Me despedí de Noe y me fui a la cama.
Cuando me desperté quería saber más sobre lo que había ocurrido. Así que me fui a casa de Tamara. La puerta no estaba cerrada con llave, entonces fue más fácil entrar, cogí mi monedero y saque la primera tarjeta de crédito que encontré, la metí por la ranura de la puerta y esta se abrió. Entré y vi que no había nadie, puse rumbo a la habitación de mi hermana y entré en el baño cogí el cesto de la ropa y lo único que había era una camisa que reconocía muy bien, la camisa preferida de Marco. La cogí y la examiné. En efecto, tenía una parte del costado con un gran agujero. La cogí y la guarde en una mochila que encontré. Lo siguiente que hice fue buscar en el despacho. Allí encontré su móvil y su portátil. Cogí ambos. Y los guarde en la mochila. Salí y me dirigí hacia mi casa. Cuando llegue encendí el móvil. Tenía una contraseña. Entonces recordé aquella vez en que no encontraba mi móvil y Marco me dejó el suyo para llamarme la contraseña era… Logré acordarme y recé porque no la hubiera cambiado. En efecto había acertado. Miré todos los mensajes. Uno por uno, hasta que encontré uno de… Noelia.
Ola marco necsto hablr cntigo urgntmente te mndo n coreo
Bss noelia
Me metí en el ordenador. En su correo que, por suerte estaba abierto. Me sorprendí cuando vi cuantos correos se mandaban entre Noe y Marco. Los leí uno a uno y analizando cada palabra. Descubrí que Noelia y Marco eran amantes y que quedaban muy a menudo. Cuando miré el último correo supuse que Noelia también le podía haber matado. El correo decía:
Ola Marco, cuando vas a decirle a Tamara que tú y yo somos amantes? Ya se que no se lo quieres decir, pero creo que lo debería de saber. Más te vale que se lo digas tu, porque si se lo digo yo………
Bss Noe
PD: te veo esta noche? :) :)
Ya tenía dos sospechosos: Vicente y Noelia.
Al día siguiente hablé con Noelia que al ver las pruebas me lo confesó todo, pero me juró que ella nunca había matado a nadie.
- Pero, ¿por qué crees que he sido yo?
- Porque te conozco y se que cuando te pones como una cuba eres capaz de hacer cualquier cosa, inconscientemente.
- Lara te está sonando el teléfono, ¿no vas a contestar?
- ¿Qué? Ah, sí.
- ¿Diga?
- Hola soy Tamara te llamaba por si hoy te podías hacer cargo de Maribel que voy a ir al tanatorio.
- Vale, per…
- Genial. Aquí a las nueve. Adiós
- Adiós- susurre a la nada, ya que mi hermana me había colgado.
Me despedí de mi mejor amiga y miré el reloj. Las ocho menos veinte. Se me ocurrió ir al bar a tomar algo.
- Buenas, Don Marcelino.
- Hola Lara, ¿lo mismo de siempre?
- Por supuesto.
- Oye, lo siento mucho por… ya sabes.
- Sí, gracias. Oye Marcelino, ¿a qué tú nunca me ocultarías nada?
- Jamás. Qué será lo que te rondará por esa cabecita.
- Bueno quería saber si el día que murió estuvo aquí.
- Sí, con una señorita.
- ¿Noelia?
- No, la señorita Noelia nunca bebería vodka con tequila.
- No tienes razón, pero, ¿a quién le puede…? Tengo que irme Marcelino, muchas gracias por todo.
- ¡De nada!- me gritó cuando yo ya estaba fuera del bar.
La única persona que conocía que le gustará esa bebida era mi hermana, tenía que hablar con ella, además eran las ocho y cuarto, con que llegara un poquito antes no pasaría nada, o ¿sí?
Cuando llegue a la casa de Tamara, la puerta estaba entre abierta. Entré y dentro se oían gritos muy agudos, que provenían de la habitación de Maribel. Cuando abrí la puerta de la habitación, vi a mi hermana con un cuchillo en la mano y Maribel en la otra mano.
- ¿Tamara?
- ¿Qué?
- ¿Fuiste tú la qué mataste a Marco?
- Si fui yo. Y ahora es cuando llamas a la policía para que me arresten, pero ni tú ni esta niña podréis verlo- dijo mientras me apuntaba con el cuchillo.
- Tamara intenta pensar. ¿Por qué matarme a mí o a Maribel?
- Porque sabéis demasiado.
- Y, ¿por qué mataste ha Marco?
- Porque así conseguiría más pasta.
Se levantó y empezó a dirigirse hacia mí con el cuchillo en mano. Me dirigí hacia un par de botellas que había en el suelo, pero ella me pilló y me puso el cuchillo en el cuello cuando iba a coger una de las botellas. Negó con la cabeza a la vez que sonreía. Esa risa me puso nerviosa y le dí un puñetazo en la cara. Maribel cayó al suelo y le hice señas para que se fuera. Tamara, en el suelo, me agarró de un pie y me tiró al suelo. A la vez que me clavaba el cuchillo en el hombro derecho. En ese momento entró Vicente con la policía detrás de él. Tamara se levantó:
- No me podréis retener en la cárcel.
- No, no lo hagas- le supliqué, pero ya era demasiado tarde se clavó el cuchillo. Estaba muerta. Estaba muerta.
- Gracias, Vicent. Nunca más volveré a dudar de ti, pero ¿las manchas de tu camiseta?
Resulta que iba a ir a casa de un amigo que vive un poco más arriba, cuando giré la esquina de la otra calle vi como apuñalaban a alguien, entonces corrí hacia la persona que estaba herida y resultó ser Marco. Le ayudé a llegar hasta su casa y me dijo que me fuera, y entonces le mataron.
- Pues siento haber dudado de ti.
- Y yo siento este final.
Miré el cuerpo sin vida de mi hermana y luego a Maribel. En ese momento la vista se me nublo, caí al suelo y me desmayé. Cuando volví a abrir los ojos me encontré con tres caras familiares: Noelia, Maribel y Vicente. Estaba en el hospital por la herida que mi hermana me había hecho.
Ahora, después de un par de años, Maribel vive conmigo, Vicent encontró un trabajo mejor, como ser policía; Noelia y yo volvimos a ser mejores amigas y Noelia, Vicent y yo nos llevamos muy bien.
Y este es el final de mi primer misterio.
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